miércoles, 22 de octubre de 2008

Disputa por 17 toneladas de oro y plata


Cientos de argentinos, detrás de un tesoro


Fue rescatado del mar luego de dos ­siglos
Domingo 14 de setiembre de 2008 Publicado en diario de hoy

MADRID.

Durante dos siglos, 17 toneladas de oro y plata durmieron en el fondo del mar y se creyeron perdidas para siempre, después de que una flotilla inglesa las enviara a pique junto con la fragata española La Mercedes, en que viajaban.
Pero ahora, cuando ese colosal tesoro despertó de su letargo profundo tras ser rescatado del fondo del mar por una empresa estadounidense, la inesperada derivación es que, de acuerdo con documentos en poder del Archivo General de Indias, cientos de argentinos podrían tener derecho a reclamar parte de ese incalculable botín que hoy se disputan judicialmente los gobiernos de España y de Perú, y, por supuesto, la empresa buscadora de tesoros que lo encontró.
"Lo que ocurrió con el naufragio de la fragata La Mercedes implica un daño moral y patrimonial contra el comandante Diego de Alvear, que era mi ancestro y el de mis familiares argentinos", dice, al corroborar semejante dato, el español José María Moncasi de Alvear.
En diálogo con LA NACION, este español residente en Zaragoza confirmó que tanto la rama peninsular como la argentina de la familia están "muy atentas" para, eventualmente, reclamar su parte en esta extraordinaria disputa patrimonial con dos siglos de historia y cañonazos encima.
En su derrotero, el curioso relato familiar de tesoros y de naufragios alcanza a figuras de nuestra historia. Entre ellas, el político y militar Carlos María de Alvear (1789-1852), el ex intendente de la ciudad de Buenos Aires, Torcuato de Alvear y el ex presidente de la Nación, Marcelo T. de Alvear
Pero es muy posible que no sean los Alvear los únicos argentinos descendientes de españoles con eventual derecho sobre el tesoro. El listado del Archivo de Indias reconoce otros 130 apellidos vinculados a los bienes que transportaba la fragata La Mercedes, muchos de ellos, con generaciones en nuestro país.
Figuran así apellidos como Aramburu, Arredondo, Bustillo, Cárdenas, Bustamante, Elizalde, Escribano, Espinosa, Gainza, De la Fuente, De Olano, Erausquin, Ugarte, Querejazu y Zaldívar. Así como las familias de Joaquín Mansilla, Francisco María Zuloaga y Manuel de Rozas y Zorrilla.
"Todos ellos tenían bienes que formaban parte del tesoro del buque", dijo Montesi de Alvear a LA NACION.
Con eso, se revela una nueva punta en esta historia que empezó a escribirse hace 200 años y que hoy, con el hallazgo de los restos del naufragio, derivó en una batalla judicial con varias partes enfrentadas que se ventila en un juzgado de Tampa, en el estado norteamericano de Florida.
Por un lado, está el Estado español, que sostiene que el barco, y todo lo que llevaba a bordo, le pertenece. La fragata La Mercedesconstituye "una propiedad inalienable de España", por cuyo legado "lucharemos con vigor", anticipó ya el ministro de Cultura, César Antonio Molina
Por el otro, el Estado peruano, que sostiene que el oro y la plata con que se hicieron las monedas salieron de sus minas. Y, por tanto, ya presentó un reclamo ante el tribunal de Tampa, con el aval del gobierno de Alan García.
En el caso de los particulares, la disputa suma a Odyssey Marine Exploration (ODE), una firma norteamericana especializada en rastrear tesoros antiguos, que fue la que encontró en 2007 los restos del barco frente a la costa de Cádiz, donde lo alcanzaron los cañones ingleses.
Y contempla, ahora, a los descendientes de los 130 mercaderes españoles, cuyo patrimonio integraba las dos terceras partes del tesoro que se fue a pique.
Son sus familiares los que, dos siglos después, podrían reclamar su parte. Y, de acuerdo con lo que trascendió, "ya se están organizando para cuando llegue el momento". El momento, se entiende, es presentarse ante la justicia también para reclamar la parte del tesoro que, teóricamente, les corresponde.
La historia trágica de La Mercedes empezó en el puerto español de El Ferrol, de donde partió en 1802 hacia las Indias con la orden de traer caudales a la península. Iba comandada por Diego de Alvear, quien viajaba junto con su mujer, María Balbastro, y ocho hijos.
Con el tesoro a cuestas, partió de regreso en 1804, acompañada por una flotilla de custodia. Pese a que, en ese momento, España estaba en paz con Inglaterra, fueron atacados por una flota inglesa al mando del comodoro Graham Moore.
La Mercedes, con todos sus pasajeros y su tesoro, se hundió en cuestión de minutos, ante la espantada mirada de Diego de Alvear y de su hijo mayor, Carlos, que la habían abandonado momentáneamente para navegar en La Medea, otra de las fragatas de la flotilla española.
Hasta allí, parte del drama. Dos siglos después, la empresa ODE dio con los restos del barco y con las 500.000 monedas de oro y plata. Y, con ese tesoro a la vista, lo que empieza ahora es otro tipo de batalla.
Algo podrá saberse en los próximos meses, cuando el juez Mark Pizzo, del tribunal de Tampa, empiece a dirimir qué derechos son los que prevalecen sobre ese patrimonio rescatado del azul profundo.
Con eso, tal vez regale un golpe de suerte a muchos argentinos que descienden de aquellos españoles que, hace doscientos años, vieron cómo lo suyo se iba a pique.
El descendiente español de don Diego de Alvear tiene, además, una página en Internet a la que invita a ingresar a eventuales descendientes de las víctimas de La Mercedes. Se puede encontrar en http://www.moncasidealvear.com/ .

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