lunes, 20 de octubre de 2008

Fracturas políticas

Una serie de divergencias en el Frente Grande desmembra una fuerza de reconocido peso local.

Por ALFREDO CELANI

Gatti armó partido propio; Bardeggia dejó el bloque y Arriaga «sintoniza» con Felipe Solá.

No parecería ser de escasa importancia el singular panorama que ofrece hoy el partido mayoritario de la ciudad, el Frente Grande, que tiene como referente más emblemático al intendente Alberto Weretilneck. Se trata de la agrupación que ha sido clave en las elecciones locales y con no poca incidencia en contiendas que excedieron esta jurisdicción, al emerger como tercera opción.
Ese Frente Grande, cualitativa y cuantitativamente preponderante, denota encontrarse hoy en una situación que si bien no alcanza a ser de profunda crisis, muestra ciertos resquebrajamientos que suponen un futuro incierto como fuerza propia.
Lo que en un momento era una composición monolítica que operaba bajo la tutela de una dupla exitosa en la ciudad como fue con Julio Arriaga y Alberto Weretilneck –uno hoy legislador nacional y el otro transitando su segunda positiva gestión en el gobierno local-, el panorama ahora es muy diferente. Y hasta podría dudarse de la proyección electoral que individualmente pueda llegar a alcanzar.
La última y reciente fractura fue el autodistanciamiento del diputado Luis Bardeggia del bloque legislativo del Frente Grande. No es un dato menor, habida cuenta que se trata del presidente del partido, si bien aclaró que por el momento seguirá ahí. Eso sí, dejó muy en claro que su alejamiento se funda en diferencias con Arriaga.
Mucho antes, Fabián Gatti –otro dirigente de peso local- armó «rancho» aparte en la Legislatura y hasta se cruzaron fuertes críticas con el diputado nacional. Hubo frases que apuntaban a convertir todo en algo irreconciliable. Hoy, Gatti polariza REDES, partido que comienza a expandirse en la provincia.

«El coqueteo» provincial
En medio de todo, han ido asomando «guiños» hacia la figura de intendente, con mucho más énfasis desde el gobierno provincial, que sueña con tenerlo de su lado en plazos electorales no lejanos.
En tanto, desde el justicialismo se suelen retacear admiraciones, habida cuenta que como Frente para la Victoria, las experiencias últimas en Cipolletti no han sido para decorar una galería de éxitos. El 2007 le fue adverso a una fórmula que llevaba justamente a Arriaga en el segundo lugar, mientras que en la lucha por la gobernación municipal, Weretilneck siempre enfatiza que fue como estandarte del Frente Grande.
Y para completar, hace horas nada más que Arriaga reconoció tener «sintonía fina» con las ideas del peronista bonaerense y fuerte anti «K», Felipe Solá. «Trabajamos legislativamente juntos, tomamos decisiones juntos y en Buenos Aires cenamos juntos…», dijo el cipoleño al explicar el motivo de su voto en Diputados contrario a los superpoderes, postura que probablemente habrá erizado a Miguel Pichetto, un cuestionador permanente de aquellos «socios» que no muestran lealtad hacia las iniciativas del Gobierno nacional.
Por eso, todo lo que ha ocurrido configuran perspectivas bastante singulares frente a un año electoral, como el que se avecina.
Y para la política local, las fracturas que producidas en el Frente Grande abren un futuro con fundados interrogantes.

La Mañana Cipolletti, 19 de octubre

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