Tatuadores y perforadores de la Bond Street opinan sobre los piercings. Por Karina Deschamps, de Clarín.com
Le sostiene la punta de la lengua con tres dedos de la mano izquierda. La estira, casi pretendiendo convertirla en una piedra chata. La saliva desborda por la comisura de su boca. Los labios se empapan, empalidecen. Con la otra mano, estática, el piercer clava una aguja plateada por el centro. Dos segundos. Y atraviesa un piercing con dos bolitas a cada extremo. Camila Bayley (16) se inquieta sobre una silla blanca en un local de la galería Bond Street, en Barrio Norte. Quiere morderse la boca, o abrirla más para gritar, pero no puede. Se conforma con cerrar los ojos con fuerza, mientras otros chicos floggers la observan detrás de un vidrio. "Ahora tengo que esperar un mes para ver cómo cicatriza", logra decir, con la lengua cubierta de algodón.La colocación de piercings crece al ritmo de las nuevas tribus urbanas. Y los especialistas ya advierten los peligros sobre su uso: desde la Asociación Odontológica Argentina (AOA) dicen que en más del 60% de los casos provoca problemas en la piel y lesiones bucodentales. La Clínica Odontológica de la Universidad Rey Juan Carlos de España, reveló en un estudio que el 72% de los pacientes que se colocaron estos aros sufrieron complicaciones.Según indicaron a Clarín en la Asociación de Tatuadores (ATARA), más de 1.000 chicos por día de entre 13 y 20 años se perforan la nariz, la lengua, los labios o el contorno de la boca en alguno de los 1.500 locales de "decoración de la piel y perforación" de la Ciudad y el GBA. Y dicen que la mayoría son floggers y emos, que usan los aros de acero quirúrgico o titanio como símbolo de pertenencia.La AOA aseguró que las lesiones bucodentales se manifiestan en tres etapas (ver infografía). En la primera hay dolor, sangrado y lesiones nerviosas y pueden transmitir VIH, hepatitis B, C, D y G, tétanos y tuberculosis si no se utilizan materiales aprobados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnologías Médicas (ANMAT). Durante la cicatrización -que tarda entre 30 y 40 días- se inflaman la lengua y los ganglios. Se mastica, se traga con dificultad y se irritan las mucosas. Los dientes se parten y pierden esmalte. Puede causar alergias por el roce, aumenta la saliva, el mal aliento y la gingivitis. Roberto Lemme, odontólogo, presidente de la Federación Argentina de Odontología, contó que las consultas por piercings son cada vez más frecuentes. "No lo recomiendo para nada. Les digo que se lo quiten, pero prefieren soportar los problemas. Se someten a eso sabiendo cuáles son las reacciones", dijo. El dermatólogo Sergio Escobar coincidió: "Generan infecciones y pueden formar cálculos y queloides en la piel, donde después habrá que aplicar cremas con corticoides, hacer criocirugías o una cirugía". Lemme explica que, como la colocación del piercing es una microcirugía, requiere condiciones especiales de esterilización. "A los odontólogos nos exigen muchos cuidados higiénicos pero a los que ponen los aros, no", dice Lemme. Desde 2006 rige una ley porteña que obliga a los locales de tatuajes y piercings a estar esterilizados y contar con libreta sanitaria. En el país, las multas van de $ 50 a $ 2.000 y puede terminar en clausura. En 2005, en La Plata, una madre denunció a un local por colocar un piercing en la lengua a su hijo de 15 años sin su consentimiento. El chico tuvo una infección bucal y debió ser medicado. El local cerró por un mes y el caso disparó la regulación en esa ciudad. En Córdoba, Chubut, Santa Cruz y el Chaco ya tienen leyes u ordenanzas, pero aún se trabaja un proyecto de ley nacional en el Senado que daría marco regulatorio general para que cada jurisdicción disponga de su letra chica. Mientras tanto, los especialistas aconsejan no colocarse piercings en la boca ni en la nariz. Y de hacerlo, deben estar muy atentos a que los materiales utilizados por el colocador sean descartables.
Le sostiene la punta de la lengua con tres dedos de la mano izquierda. La estira, casi pretendiendo convertirla en una piedra chata. La saliva desborda por la comisura de su boca. Los labios se empapan, empalidecen. Con la otra mano, estática, el piercer clava una aguja plateada por el centro. Dos segundos. Y atraviesa un piercing con dos bolitas a cada extremo. Camila Bayley (16) se inquieta sobre una silla blanca en un local de la galería Bond Street, en Barrio Norte. Quiere morderse la boca, o abrirla más para gritar, pero no puede. Se conforma con cerrar los ojos con fuerza, mientras otros chicos floggers la observan detrás de un vidrio. "Ahora tengo que esperar un mes para ver cómo cicatriza", logra decir, con la lengua cubierta de algodón.La colocación de piercings crece al ritmo de las nuevas tribus urbanas. Y los especialistas ya advierten los peligros sobre su uso: desde la Asociación Odontológica Argentina (AOA) dicen que en más del 60% de los casos provoca problemas en la piel y lesiones bucodentales. La Clínica Odontológica de la Universidad Rey Juan Carlos de España, reveló en un estudio que el 72% de los pacientes que se colocaron estos aros sufrieron complicaciones.Según indicaron a Clarín en la Asociación de Tatuadores (ATARA), más de 1.000 chicos por día de entre 13 y 20 años se perforan la nariz, la lengua, los labios o el contorno de la boca en alguno de los 1.500 locales de "decoración de la piel y perforación" de la Ciudad y el GBA. Y dicen que la mayoría son floggers y emos, que usan los aros de acero quirúrgico o titanio como símbolo de pertenencia.La AOA aseguró que las lesiones bucodentales se manifiestan en tres etapas (ver infografía). En la primera hay dolor, sangrado y lesiones nerviosas y pueden transmitir VIH, hepatitis B, C, D y G, tétanos y tuberculosis si no se utilizan materiales aprobados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnologías Médicas (ANMAT). Durante la cicatrización -que tarda entre 30 y 40 días- se inflaman la lengua y los ganglios. Se mastica, se traga con dificultad y se irritan las mucosas. Los dientes se parten y pierden esmalte. Puede causar alergias por el roce, aumenta la saliva, el mal aliento y la gingivitis. Roberto Lemme, odontólogo, presidente de la Federación Argentina de Odontología, contó que las consultas por piercings son cada vez más frecuentes. "No lo recomiendo para nada. Les digo que se lo quiten, pero prefieren soportar los problemas. Se someten a eso sabiendo cuáles son las reacciones", dijo. El dermatólogo Sergio Escobar coincidió: "Generan infecciones y pueden formar cálculos y queloides en la piel, donde después habrá que aplicar cremas con corticoides, hacer criocirugías o una cirugía". Lemme explica que, como la colocación del piercing es una microcirugía, requiere condiciones especiales de esterilización. "A los odontólogos nos exigen muchos cuidados higiénicos pero a los que ponen los aros, no", dice Lemme. Desde 2006 rige una ley porteña que obliga a los locales de tatuajes y piercings a estar esterilizados y contar con libreta sanitaria. En el país, las multas van de $ 50 a $ 2.000 y puede terminar en clausura. En 2005, en La Plata, una madre denunció a un local por colocar un piercing en la lengua a su hijo de 15 años sin su consentimiento. El chico tuvo una infección bucal y debió ser medicado. El local cerró por un mes y el caso disparó la regulación en esa ciudad. En Córdoba, Chubut, Santa Cruz y el Chaco ya tienen leyes u ordenanzas, pero aún se trabaja un proyecto de ley nacional en el Senado que daría marco regulatorio general para que cada jurisdicción disponga de su letra chica. Mientras tanto, los especialistas aconsejan no colocarse piercings en la boca ni en la nariz. Y de hacerlo, deben estar muy atentos a que los materiales utilizados por el colocador sean descartables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario