martes, 22 de abril de 2008

Se vienen los 1500 programas de HABLANDO EN SERIO




"...no creo que la producción logre costear los gastos de esta nueva forma de realizar celebraciones pero igual les dejamos esta nota publicada en el diario Clarin"



Se acerca una fecha importante y, a los amantes de las celebraciones, suele embargarnos una repetida pregunta. ¿Cómo festejar por quincuagésima vez sin que se vuelva aburrido y redundante? Pues bien, parece que esta pregunta se la han hecho varios organizadores y la respuesta es una serie de novísimas posibilidades para celebrar con todo y a lo grande -sobre todo eso-. Nada de pizza party, pijama party ni mucho menos de disfraces. Según los party-planners, ese tipo de agasajos están completamente out. Ahora, lo último en celebraciones se compone de una extravagante y original oferta que va desde las cuddle parties, pasando por las botox parties, hasta las make up parties, entre otras.
La más costosa de todas estas nuevas fiestas es, sin duda, la spa party que por una media de 20.000 dólares ofrece una variadísima gama de servicios de relax y salud para que la ansiada fiesta sea i-nol-vi-da-ble. La pionera fue Alexis Ufland, fundadora de Sparty, una empresa de EE.UU. que comenzó brindando su spa para realizar allí festejos y terminó armando instalaciones completas en las casas de los homenajeados para sorprender a sus invitados.
Con una decena de tipos de fiestas donde la consigna es divertirse, relajarse y dejarse de mimar por los cuatro costados, Sparty –que debe su nombre a la fusión entre spa y party- ofrece servicios para cumpleaños, despedidas de solteros/as, graduaciones, baby showers, cumples de 15, y hasta bar y bat mitzvah. Sin importar qué se celebre todos los invitados –entre un mínimo de 10 y un máximo de 300- podrán disfrutar de un verdadero spa mientras degustan tragos, comen manjares y escuchan la música que elijan vestidos con impecables batas y pantuflas blancas y rodeados de camillas, masajistas, manicuras, cosmetólogas, cremas, fangos termales y hasta mini saunas. En la misma línea y mucho más extendidas se encuentran las botox parties. Aunque aquí también se trata de que los invitados -ellas sobre todo- se sientan como nuevos, el asunto es un poco más arriesgado y requiere la presencia de médicos que se dedican a inyectar botox en aquellas arruguitas indeseadas mientras todos cantan feliz cumpleaños. El botox no es más que la tan temida toxina botulínica, la misma que puede intoxicarnos si se la consume pero que también tiene su lado positivo: inmoviliza y relaja los músculos que, al gesticular, causan las líneas en la piel y evita que se noten las arrugas . Alérgicos a las agujas, abstenerse.
Siguiendo con la belleza, aunque de presupuesto más accesible y en Argentina, lo último en fiestas locales son las make up parties. La maquilladora Alejandra Pelikan y el staff de su escuela se unieron con la empresa Voix, una línea de belleza y maquillaje, y diseñaron tres tipos de fiestas para que las invitadas no tengan que preocuparse en estar divinas. Ellas se encargan de todo; la idea es que las asistentes lleguen a cara lavada y allí, Alejandra Pelikan y su equipo les preparan la piel con cremas, las maquillan y asesoran sobre cuál es el estilo que más les conviene según su tipo de rostro, color de pelo y ojos. Amén de una serie de consejos para cuidar la piel cada día. Alejandra Pelikan cuenta que el servicio es ideal para despedidas de solteras “tranquis”. “Las chicas llegan muy relajadas y saben que van a quedar divinas para después seguir con el festejo e irse a comer o a bailar. Las maquillamos, peinamos y les regalamos productos de Voix”, cuenta la maquilladora. Y si se trata de verse bien, las nuevas fiestas no sólo deben servir para mejorar el aspecto exterior sino el interior. Al menos, eso creen los inventores de las cuddle parties o fiestas de mimos. Una aggiornada versión del pijama party donde la gente se reúne para acariciarse y tocarse todo lo que puedan, pero sólo eso; nada más. Nada de sexo ni de traspasar la delgada línea de las caricias “fraternales” y los masajes dicen las estrictísimas reglas de esta peculiar celebración. Según Reid Mihalko y Marcia Baczynski, los terapeutas estadounidenses que crearon las cuddle parties, el mundo se volvió demasiado frío y distante, y la gente no recibe la cuota necesaria de cariño cada día. Por eso, se les ocurrió que lo mejor era organizar estas reuniones para las personas –algunas completas desconocidas- se sientan más queridas, cuidadas y mimadas. Aunque a veces las abruptas subidas de temperatura son difíciles de controlar, los expertos están siempre muy atentos a que nadie se pase. Lo máximo que permiten son los besos, eso si, con permiso previo.
Mientras siguen ganando adeptos a los ancho y alto de EE.UU., las cuddle parties cruzaron el Atlántico y se instalaron en Berlín, Ámsterdam y Bruselas, la capital de la Comunidad Europea, donde son furor y los “invitados” pagan unos 15 euros por dar y recibir mimos en pijama. Según la terapeuta Anne-Laure Kokkinos, organizadora de las cuddle en Bélgica, vestir así relaja más a las personas y las pone en condición de mayor igualdad: nadie puede ir con demasiado lujo, sobre todo, porque los encajes y las transparencias están más que prohibidos. Aunque no se puede tomar alcohol si está permitido llevar almohadas y peluches y-una recomendación- pañuelos descartables porque los terapeutas incentivan tanto el llanto como la risa para liberar tensiones. Lo que se dice una fiesta masoquista de tinte aniñado. Quienes se animen a innovar ya están avisados y los que no, que sigan con los tradicionales globos y papel picado.

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