lunes, 22 de septiembre de 2008

La rebelión de los lactantes

“¡Déjense de morsiquetas! ¡Tráiganme los pechos de mamá!”
http://www.nacion.com/proa/2008/agosto/10/proa1643067.html


El bebé tiene dos poderosos derechos: el derecho y el izquierdo. Los pechos de mamá. Viene incluso indicado en el manual de instrucciones: “Ámese a una mujer con la suficiente tenacidad como para que ella acceda a reproducirse. Instantes después de nacido el bebé, conéctesele al pecho”. Lo que muchos se niegan a leer es la letra menuda: “…conéctesele al pecho tanto tiempo como el bebé y su salud lo exijan, así como la necesidad de ambos de solazarse e intercambiar afecto”.

Varios son quienes ignoran este lácteo mandamiento. El primero muchas veces: el marido, que añora la dedicación exclusiva de mamá. Los segundos, otras veces, los hermani-tos, por similares razones. La tercera, puede ocurrir, la misma mamá. Que teme eso: no ser ya la misma, sino una fémina sin atractivo con el cuerpo metamorfoseado. Es un error: ni la maternidad per se deteriora el magnetismo y el disfrute eróticos, ni estos pueden depender de una supuesta perfección estética.

Otros traspiés son el estrés, el cansancio, la ignorancia. El estrés por el temor a perder el trabajo o a no poder reinsertarse en un trabajo; por no contar con un marco adecuado para continuar la lactancia en el espacio de trabajo; por regresar del trabajo y tener que realizar en casa una jornada extra de trabajo. Lo cual tiene como lógica consecuencia el cansancio. Que es lo que mengua la leche.

El bebé, por supuesto, no sabe hablar. No revienta su puñito contra el borde de la cuna y vocifera: “¿Qué se están creyendo? ¡Devuélvanme mi leche! ¿Dónde están los que dicen querer a esa mujer, que a la hora de la verdad no juntan ni un trapo? ¡Déjense de hacerme morisquetas y tráiganme los pechos de mamá! ¡Y quiero un rótulo en la puerta!: “PELIGRO. BEBÉ LACTANDO. QUIEN PERTURBE LO HACE BAJO SU PROPIO RIESGO”.

El bebé, retomo, no sabe hablar. Hablan entonces contra la ignorancia médicos, psicólogos, nutricionistas, la Liga de la Leche, las mamás que ya dimos de mamar. Por sus defensas, por su salud, por el equilibrio emocional, porque un par de meses no bastan, porque ojalá fuera su par de años.

Si total al final si acaso son dos veces al día, apenas como para cerrar imperceptiblemente ese enamoramiento dulcísimo que el tiempo disuelve y que sin embargo perdura para siempre.
El bebé es pequeñito. Las empresas, poderosas. Los miembros de la casa, inteligentes. No libremos una batalla desigual. Solo hay una riqueza: el mundo que construimos. Y se alimenta, qué simple, con el botón de rosa de un pezón.


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